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Es una reciente disciplina plenamente científica basada en el conocimiento de la fisiología humana y, más concretamente, en cómo interactúan los diferentes órganos y sistemas corporales, y su efecto sobre la salud.
El eje central de esta especialidad reside en conseguir una buena función digestiva e intestinal, así como controlar la inflamación sistémica de bajo grado. En algunos casos, se trabaja para obtener tolerancia inmunitaria y/o equilibrio hormonal-metabólico-energético.
Además, de estos aspectos, también se valoran y tratan las creencias limitantes y experiencias personales vividas con intensidad asociadas al problema. Por todo lo anterior, la PNI es considerada una especialidad global e integrativa.
Para traer de vuelta la salud en PNI se busca ir al origen del problema y los factores que lo mantienen. El primer acercamiento es puramente pedagógico. El paciente debe entender y tomar conciencia de cómo y por qué enfermó, para después saber cómo actuar para mejorar.
Esta es quizás la parte más importante de todo el tratamiento y se aborda en la primera sesión. Se exponen así conceptos comprensibles sobre fisiología y alteración de la funcionalidad, facilitando un «pensamiento crítico y reflexivo» sobre la globalidad del proceso.
Esto empodera y responsabiliza. A partir de aquí y en adelante, los resultados y evolución dependerán de las acciones que sobre su salud tome la persona. Llevar a cabo las pautas no siempre es fácil. Romper con las rutinas y/o hábitos asociados requieren de fuerza de voluntad, compromiso, disciplina y constancia.
A grandes rasgos, podemos resumir la PNI en los siguientes puntos:
La PNI es especialmente útil en patologías digestivas de tipo metabólico, autoinmunes, respiratorias, así como alteraciones del ciclo menstrual y de la fertilidad.